16 septiembre 2006

TRIBUTO A LA SOLEDAD XVI Nos encerramos en el amor

Tu negativa inicial fue el pretexto para seguir de filo sin hacer más preguntas. Yo continué aferrado a tu cintura, con el aliento entrecortado, el calor a flor de piel, las manos recorriéndote los senos. Seguí hasta contagiarte de la misma intensidad, de la calentura de nuestros vientres unidos por los sexos.
Con la agitación en el pecho y la prisa por vivir el momento más placentero. Con el teléfono desconectado para evitar la más mínima de las interrupciones. No descansé hasta lograr la sima de las pasiones, el gozo inequívoco de estrechar tu cuerpo y acoplarme a él. Tú subías y bajabas lento y luego más rápido, de un lado y del otro, hasta sincronizar un mismo movimiento, una misma secuencia, un mismo espacio y tiempo; la gustosa tarea de poseernos sin reparos.
Primero fue la blusa, que salió disparada junto con el sostén debajo de la cama, luego el broche de tu pantalón cedió, el cierre también, hasta que de un empellón logré que te bajaras la tanga hasta las rodillas y me enfilé a penetrarte con la más honda de las ternuras, pero también con una lujuria desconocida, con una firme erección dilatando tus húmedos labios, a los que, reconozco, me hubiera gustado saborearlos y darles forma con mi lengua.
Te imagino pidiendo más, o suplicando calma si aumento el ritmo de las embestidas, concentrados en perpetuar cada instante, cada gemido, cada silencio obligado. En tu frente perlada de sudor te adivino poseída en un trance hipnótico, fascinada y con los pechos totalmente erguidos.
Así, nos encerramos en el amor, como si fuera un nicho, una guarida donde la tarde oscura se eclipsa en tus ojos, donde la prudencia se quebranta con el doble deseo que nos fusiona hasta mecernos como un navío, suave como un cauce que serpentea, sin saber dónde, pero sabiamente.
Quema y arde una vez más el amor entre tus muslos. Huelo el olor distinto de tu ser que se devela, percibo la esencia erótica de las gotas de perfume que rociaste detrás de tus orejas. Luego, aliso tu cabello, y te hundes en mis brazos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es uno de tus mejores blogs, de verdad que esta buenisimo, una mezcla de erotismo y poesía en la cantidad justa, sabes que me encanta lo que escribes y ojala me dijeras alguna de esas frases cuando en las noches insomnes pierdo el pudor y te muestro lo que no debería…. (Creo que con esto último ya sabes quien soy)

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