18 septiembre 2006

CARTAS AL VUELO III El acto más involuntario

La mejor manera de llenarnos de momentos dulces, es volcarnos hacia atrás; ese es nuestro único recurso para reencontrarnos, para rescatarnos y contarnos con nuestras propias palabras cómo fue lo sucedido. Llenando páginas que mucho antes estaban en blanco, vamos recuperando la gravidez casi exacta de lo que se fue formando desde aquella merecida tarde en la que nos conocimos. Como decía Milan Kundera, la vida está en otra parte; la nuestra está ahora en estas palabras, pero no hay que olvidar que nomos seres humanos, y que nosotros aunque somnolientos, estamos llenos de ellas y también estamos hechos de suspiros. Amor surgido desde lejos; así entiendo a este extraño sentimiento como el elixir humeante de los abandonados que miran los contornos de la luna, sin juramento alguno, mas que el de concebirse en el cedazo de su piel. A mis noches sin ti les sobra lecho; pensar lícita o ilícitamente siempre y cuando seas tú el motivo, es lo que me vuelve eterno. Me he enamorado de una mujer inconveniente, no sé si deba callarlo, pero me atrevo a escribirlo con todos sus bemoles, y sigo pensando en el escenario idílico en que yo pudiera tenerle. Habitas en el territorio de los más bellos sueños; de ahí vienes y de ahí te vas; ese es tu ombligo, el origen que debieras compartir conmigo, y dejarme algún día volver a besarte en el recuerdo socavado, como la primera vez y por mil veces más, hasta alcanzar a tatuar su centro inacabado. Cuando transeúntes y amigos me hablan de ese ánimo increíble y deseado, de esa pasión transfigurada en la propia piel, en absoluto me parece detalle trascendente. En cambio, no me cuesta trabajo aceptar que hablar a todos de ti, se me ha hecho el acto más involuntario desde que conmigo ya no estás.

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