14 septiembre 2006

BITÁCORA DE SOBREVIVENCIA VII Cultura de lo instantáneo

En nuestros días, las comunidades virtuales en Internet han despertado una algarabía inusitada en los cibernautas, un interés creciente, un deseo febril por ser parte de alguna de ellas. Gente de todos lados; de Venezuela, de Canadá, del Perú, de España, de Colombia, de Argentina, y de México, por supuesto.
No se puede negar que la comunidad hispana o latina, ha crecido recientemente en proporciones asombrosas. Sin embargo, sabemos también que las páginas electrónicas cuyo contenido se muestra en español, tan sólo representa un porcentaje menor al diez por ciento. Lo demás es obra del mundo anglosajón. A simple vista, es un escenario poco equitativo, aunque los estudiosos de las tendencias cibernéticas pronostican que en los próximos años nuestro idioma irá tomando una mayor relevancia en la red global.
Queda claro que la mayoría acude a la televisión para entretenerse, para olvidar sus problemas y huir de la realidad mientras dure el programa preferido. Otros, los que necesitan estar al tanto de lo que pasa minuto a minuto, van por la vida sintonizando los informativos radiales, con la adictiva inquietud de saberlo todo. Los que se dan el tiempo suficiente para hojear un periódico, los que gustan del placer de la lectura, son una especie en extinción amenazada por la premura inquisitiva de las grandes urbes.
El caso es que las páginas de contactos o de citas, están mostrando un repunte vertiginoso, lo cual me hace pensar que hay muchas personas que usan su tiempo libre para navegar en busca de cierta relación precipitada, con la urgencia de ser descubierto por ese alguien, que ayude a disminuir el brusco sobresalto de saberse solos en un mundo tan avasallador.
Y es que han logrado reducirnos a la categoría de burdos consumistas; ridículos hasta el fastidio, tan dóciles ante los anuncios publicitarios, acumulamos pertenencias materiales sin cuestionarnos nada que no sea la forma más expeditiva para seguir amasando la riqueza en una cuenta bancaria, más no en la primordial, es decir, en la del espíritu; palabra informe a la que hoy se le restado todo su significado.
Devorados por la cultura de lo instantáneo, acudimos al gran teatro de las farsas prefabricadas, de la pantomima hueca de sentimientos, de las apariencias que logran convencer nuestra mirada confundida.

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