14 septiembre 2006

BITÁCORA DE SOBREVIVENCIA IV Los motivos para escribir

En el intento de preservar un hábito que deje huella en el presente, escribo con la parsimonia de saber que algún día las letras elegidas le revelarán a la otredad su verdadero sentido.
Sin las presiones citadinas de antaño, sin esa prisa alucinante por no quedarse atrás, por no volverse un rezagado entre la vorágine de entes que deambulan frustrados, atropellándose, robándose la respiración unos a otros. En un sitio alejado de la temible selva de asfalto, en un lugar a salvo de la incesante depredación humana, voy dando forma a las sensaciones ondulantes de mi pensamiento.
La consigna será no quedarse callado, no permitir que la inercia abyecta del mundo devore el compromiso de rescatar aquello que valga la pena, eso que pueda trascender a la nada; al vacío inerte de la hoja en blanco.
Labrar a diario las callosidades de la memoria, guiado sólo por el tenaz impulso de los instintos del alma. Desenvolverse fuera de toda lógica preconcebida, dando el peso necesario a la vitalidad de las palabras, aceptando el escarnio de perecer a cada minuto, girando en el destino mutable de las horas primigenias.
Batallando cara a cara con la soledad obstinada, sin pernoctar asustado en sus nebulosas pesadillas. En una realidad aparte, en un día sin tiempo, en un acto de continua sobrevivencia.

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