14 septiembre 2006

BITÁCORA DE SOBREVIVENCIA III Calor de hogar

Vaya mañana de domingo tan nublada. Parece que hoy no se dignará a salir el sol. Es increíble como puede cambiar el ánimo de las personas cuando el clima no es agradable. Eso sucede en general con todos los seres vivos, pues una de las plantas que hay en mi patio se llama dormilona, y recibe ese nombre porque mientras haya frío, mucha humedad y poca luz, se mantiene cubierta por los pétalos de sus flores, que sólo se abren si reciben durante el día la caricia de los rayos solares.
Así, cuando amanece soleado uno se levanta más alegre, se estira para abatir la flojera, se viste con la ropa más cómoda y se dispone a hacerle frente a un nuevo día con la mejor disposición. Pero cuando el cielo está cubierto de nubes densas, no hay el mismo entusiasmo; no se escucha el trinar de las aves ni la aviso oportuno de los gallos.
Entonces uno trata de permanecer más tiempo en la cama, de conseguir alguna bebida que nos mantenga calientes, de entretenernos con algún programa televisivo y en definitiva, de no mover ni un sólo dedo. Los planes que teníamos se van por la borda, se relegan forzosamente a menos que se trate de alguna obligación impostergable. Si el clima no es templado, a muchos nos invade la tristeza, y sin saber a dónde ir, nos quedamos sumidos en la más honda nostalgia.
Aquí los días pasan sin hablar, pues la vida es muy tranquila y cuando te das cuenta ya andamos en otro mes. Además, la mayoría de la gente de estos lares, aprovecha los fines de semana para salir de paseo a los poblados más cercanos, o para ir al a la ciudad de México, a visitar a familiares y amigos. Pero hoy quizá muchos se queden en sus viviendas, mirando el mal tiempo desde la ventana de su acogedora habitación; quizá otros salgan a conseguir el desayuno para los más pequeños o a realizar sus actividades cotidianas, pero esos, sin duda, serán los más acostumbrados, en una especie de entrenamiento para los fríos invernales que ya están casi a la vuelta de la esquina.
Dice doña Blanca, la vecina, que en la última época del año, baja mucho la temperatura e incluso ha llegado a caer nieve, así que tendré que tomar previsiones y mantenerme cubierto para no terminar resfriado. Por ahora, sólo me queda prepararme una buena taza de café humeante y disfrutar del calor de hogar.

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