28 abril 2008

Paz: el Nobel a 10 años de su partida

Fiel a sí mismo, Octavio Paz nunca dejó de experimentar lances poéticos hasta su muerte el 19 de abril de 1998. Muestra de ello es “Piedra de sol”, considerado uno de los poemas primordiales del siglo XX, junto con "Muerte sin fin", de José Gorostiza, "Décima muerte", de Xavier Villaurrutia y "Canto a un dios mineral", de Jorge Cuesta. Hoy por hoy, su vasto legado cultural así como su nombre, inscrito con letras de oro en la historia universal, sigue vigente entre nosotros. Diplomático liberal, humanista por convicción, poeta perspicaz e intelectual de altos vuelos, se dedicó a examinar los momentos históricos más notables de su tiempo mientras tuvo vida. Curioso por naturaleza, era un hombre con mirada de niño, pero de carácter férreo, siempre rebelde y en contra de cualquier clase de abuso. Paz lo cuestionaba todo con la avidez de quien busca llegar al meollo de las polémicas. Jamás estaba conforme con lo establecido, ni siquiera con sus propios textos, los cuales releía hasta el cansancio, perfeccionándolos incluso después de haberse publicado. De su labor magistral han quedado innumerables ejemplos, entre los que destacan “El laberinto de la soledad”, "Águila o sol", “Libertad bajo palabra”, “El ogro filantrópico”, “La llama doble”, “El arco y la lira” y “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”, entre muchos otros que no alcanzaron la misma popularidad. Con un serie de eventos que van desde la publicación de un libro de cartas inéditas dirigidas a Tomás Segovia, hasta una exposición que estará abierta a partir del mes de octubre en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, sitio en el que estudió durante su juventud, se le rinde un merecido homenaje nacional a uno de los más virtuosos escritores mexicanos. La prolífica obra ensayística y literaria de quien recibiera el Premio Cervantes en 1981, además del Premio Nobel de Literatura en 1990, recobra nuevas dimensiones a una década de su partida a través de una constante revisión sin fecha exacta de caducidad. Octavio Paz no ha pasado ni pasará de moda. Convencido de que sólo el amor podría contrarrestar los defectos de las grandes religiones y las debilidades de los sistemas políticos, su discurso seguirá latiendo como la manifestación de un presente continuo, más allá de la muerte corporal, en una suerte de celebración apasionada de la existencia. Este aniversario luctuoso es, sin duda alguna, el momento propicio para acercarse a la lucidez de sus pensamientos y a los arrebatos de su sabiduría, cuya versatilidad da fe de un talento sin igual.
Related Posts with Thumbnails