15 septiembre 2006

TRIBUTO A LA SOLEDAD IV Las formas de la derrota

Rondando tu sombra entre las sábanas, despierto dando vueltas sobre tu ausencia; espesa bruma en que crepitan las formas de la añoranza.
Es la sombra de una imagen, amor de nudos y de labios, sombra herida por los relámpagos del cieno, por las aguar turbias donde te rememoro, donde horas de polvo caliginoso se funden entre el afilado borde y la huella incandescente bajo una cegadora resolana.
Oscilando entre el meridiano contra la futilidad de la tarde y el sahumerio del follaje, ando de una hoja a otra, de un día a otro, entre segundos, en instantes en que anda el viento y se dispersa en la marisma, con un batir de alas sabe a muerte nuestra vida, y las hojas de la tierra forman una torre como el deseo en la piel adolescente, sabiendo que al fin venceremos los arrecifes, que los tallaremos conforme a nuestros deseos, y que el cúmulo de formas, sonidos, aromas, nos sacudirán como las corrientes del océano.
Amanece de nuevo, la luz cae y golpea las superficies, derrumba las fachadas de la noche, vuelca a sus huéspedes contra sí, los empuja al delirio, los vuelve sólo formas de lo prohibido; nostalgias de un pasado en ciernes sobre el que se instalan las formas de la derrota.
¿Quién no ha recibido en alguna madrugada la corriente submarina que arroja a nuestra vida huellas de naufragios y planta en la memoria imágenes lejanas?
Vacilaciones que sacuden nuestras certezas perviven en el alma, nos derrumban como un cáncer al que no escapamos; tu cuerpo y tus palabras me acompañan, y sin ellas quisiera abrir la puerta y marchar rumbo a tu casa; pareciera que emergen obsesiones como surgen en el río los cuerpos de los ahogados, ¿estás conmigo cuando duermo? Lucubro ideas y a cada momento la posibilidad de otras vidas todavía me acecha.

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