22 mayo 2007

Zócalo de nudistas

El Zócalo, lugar de mercados, conciertos, bailes, protestas y ceremonias, sirvió de marco para la obra fotográfica que realizó Spencer Tunick en un acto sin precedentes. Desde las tres de la madrugada cientos de personas, en su mayoría jóvenes, fueron llegando a las calles del Centro Histórico para formar parte de la inquietante obra del fotógrafo neoyorkino. Los ríos de gente rebasaron las expectativas del evento, por lo cual, tuvieron que cerrarse varias calles del primer cuadro de la ciudad. A partir de las 4 de la mañana, los asentamientos viales sobre la avenida Juárez desde su cruce con Balderas hasta el Eje Lázaro Cárdenas ya eran de consideración. Patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública impedían el paso a los vehículos a partir de este punto, en el que los participantes se trasladaban a pie. Por algunos momentos se impacientaban, chiflaban y alzaban sus inscripciones para quejarse por la demora. Conforme amanecía, mostraban uno por uno su ficha de inscripción en los retenes instalados sobre el cruce de Palma y las calles 16 Septiembre y Francisco I. Madero. “Nosotros fuimos de los últimos en llegar; estuvimos dos horas formados y luego nos situaron detrás del asta bandera; muchos se quedaron sin poder participar, pero nos animamos porque se trataba del lugar más representativo de México”, aseveraron Iván Casasola y Cristian Velázquez. Cerca de las seis horas, los asistentes de Spencer dieron instrucciones precisas para que la gente se colocara en sus respectivas posiciones. “El frío dejó de sentirse cuando los cuerpos empezaron a generar más calor”, explicó Arturo Carrasco de 81 años al conversar con él sobre su impresión al participar. Así, se hicieron tres instalaciones en distintos lugares, mientras Spencer dirigía a sus ayudantes, moviéndose rápidamente y dando instrucciones a través de un traductor. El montaje se dividió en tres partes; en la primera toma, estuvieron todos de pie, dando la espalda al Palacio Nacional; en la segunda se acostaron boca arriba y la última fue realizada en cuclillas y con las manos en el suelo. Tunick intentó representar con los cuerpos el agua y sus ondulaciones, en honor al lago que existía en el mítico Tenochtitlán. “Pueblo desnudo siempre será fotografiado” fue el lema que repetían al unísono en las calles aledañas a la plaza mayor. Fue así como infinidad de ojos se posaron sobre el Zócalo de nudistas, muchos asomados desde los hoteles y edificios que lo circundan para admirar esta obra de arte concebida como un vehículo para la libertad de expresión, en lo que podría considerarse el mayor trabajo en la historia de Tunick, rompiendo el récord de Barcelona hace cuatro años, donde se lograron reunir a siete mil personas. “Me parece excelente que se realicen este tipo de manifestaciones artísticas, pues cuestionan las reglas de nuestra sociedad conservadora”, afirmó Carlos Figueroa, al concluir este encuentro multitudinario. Será dentro de seis meses, cuando todos los cómplices de Tunick reciban una foto especial de 8 X 10 pulgadas que les será entregada por correspondencia.

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