14 septiembre 2006
BITÁCORA DE SOBREVIVENCIA I Horizonte de verdor
Me veo contemplando un nuevo amanecer y en el cielo se despliega un manto de nubes que cubren al astro rey. De rato en rato, se le ve presuntuoso, cayendo pleno sobre la superficie de humildes construcciones y caminos irregulares. Luego, las nubes vuelven a cubrir sus rayos en un constante juego de luces y sombras. Las lluvias han cesado en los últimos días, aunque en otros lugares ya hay cientos de damnificados por las inundaciones y los ríos que se desbordan causando múltiples destrozos.
En Veracruz, por ejemplo, sufren tormentas inclementes que acaban con el patrimonio de la verdadera gente trabajadora que sale a buscarse el pan con el sudor de sus frentes. Pero acá los vendavales toman más fuerza al atardecer y con ello las posibilidades de que llueva disminuyen considerablemente.
Por fortuna, los albañiles han trabajado a un buen ritmo y con bastante regularidad. El techo de las escaleras en la planta alta ya está terminado, incluso ya vino el herrero a colocar la puerta que sirve de salida a la azotea. Desde allí se puede ver con claridad todo el poblado, con las enormes torres de luz eléctrica que abastecen la región y las avenidas pavimentadas que se extienden hasta la carretera que conduce al centro de Tizayuca.
A lo lejos, se vislumbran los campos de cultivo, las propiedades de agricultores que siembran durante todo el año, en espera del generoso clima que convierta sus cosechas en un horizonte lleno de verdor.
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