19 diciembre 2009
Fragmentos a la deriva II
La luz de la bella luna decembrina, con su resplandor nocturno tan
parecido a la de octubre, se cierne sobre nuestras esperanzas. De pronto se
hunde entre las nubes, se escabulle a un sitio oculto entre las sombras
infinitas de un cielo insospechado; velo de formas deleitosas que se inscriben
en las caprichosas ráfagas de viento. Más tarde, pende en el techo del
firmamento la luna más radiante de todo el año.
*****
Entre simpatías y caras largas, los mejores
momentos transcurren sin dejar huella alguna en la memoria. El único rastro
visible son las fotografías que perduran guardadas en los cajones de un altero.
De vez en cuando, las rescatamos para mirarlas, tocarlas y ordenarlas con
cierto desdén acumulado a través del tiempo.
*****
Suerte de arreglos antes pactados; convenio de soledades
que a pesar de los pesares buscan un complemento, sin poderse quitar bien a
bien, la máscara profana bajo la cual se escudan para no sentirse vulnerables,
para no evidenciar que sólo se usan porque se necesitan y que se necesitan
porque se aman.
*****
Se rompen cielos eternos en la contemplación
desinteresada de las satisfacciones ajenas. La nobleza roza levemente a la
soberbia de saberse cobijado, a la instancia retrógrada de exigir a los demás
lo que en principio no se está dispuesto a dar. Se nubla el entendimiento ante
tanta cerrazón.
*****
Hacemos que los demás crean lo que nos
conviene, que nos crean dueños de la imagen maquillada que ofrecemos al mundo
entero, mientras en el fondo de nuestro disfraz de mil colores un ser temeroso
huye de las decepciones.
*****
El mal humor nos transforma en seres huraños.
Amargados por cada instante donde no somos abiertamente complacidos, nuestra
personalidad se enturbia y toda paciencia parece insuficiente. Tal comportamiento
siempre será el germen de los más serios líos.
*****
Desde el presentimiento más nimio, sabemos de
cerca lo que siempre damos por hecho; pedimos cariño honesto sin darlo primero
y exigimos recibir un “te quiero”, sin regalarlo ni ganarlo con buenos méritos.
*****
Al mirar hacia atrás, nos topamos con escenas
de un pasado fragmentado, con las piezas de un rompecabezas inconcluso y con
los afectos disipados de un corazón en ruinas. Abrigamos en el pecho los restos
de mil naufragios y nos curamos las heridas mal cicatrizadas, antes de volver a
aventurarnos a mar abierto por los límites de la pasión.
Etiquetas:
ARGUMENTOS,
CONFESIONES,
TRIBUTOS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)